En el Perú se consume más piratería que productos legales. Un 70% de los peruanos utiliza software pirata.
El lucro con material ajeno estaá condenado hasta con 8 años de cárcel
¿Quieres escuchar el último CD de tu banda favorita? Si bien es posible que vayas a la tienda de música más cercana y gastes 30 dólares, es más probable que te ahorres el dinero, vayas a lugares como Polvos Azules y te compres la música que quieres por una fracción del precio. Si eres aún más tacaño, o flojo, hay diferentes portales en Internet desde los cuales puedes conseguir toda la música inimaginable desde la comodidad de tu casa.
Dos realidades, una billetera
El artículo 2 de la Constitución sostiene que todo individuo tiene derecho “a la libertad de creación intelectual, artística, técnica y científica, así como a la propiedad sobre dichas creaciones y a su producto”. Las leyes de derecho de autor son promulgadas con la intención de lograr una remuneración justa de los autores de bienes intelectuales. Éstas leyes consisten en la propiedad absoluta de los derechos de reproducción y distribución por parte del creador de un producto, desde su creación hasta 70 años después de su muerte.
El Perú vive una situación inusual en materia de su postura de derechos de autor; por un lado, estamos adheridos a un sistema de celoso respeto, con severas penas, tanto penales como económicas, a los infractores. Por otro lado, tenemos una gigantesca industria informal de piratería, con mucho mayor alcance que los medios legales.
A diferencia de objetos materiales, los productos sobre los cuales recae la protección de derechos de autor no son valiosos por los soportes, por ejemplo sea un CD o DVD, sino por su contenido. Si bien se puede, dentro de la ley, realizar copias para uso personal y sin fines de lucro, muchos individuos, los denominados piratas, hacen caso omiso y venden copias. Los avances tecnológicos han incrementado las maneras por las cuales material puede ser copiado y distribuido sin la autorización del autor.
Esta guerra entre las corporaciones y los piratas perjudican tanto al público consumidor como a los autores; la forma como las empresas intentan restringir el acceso a sus productos consisten en aumentar las penas y gastar millonarias sumas en defender sus derechos suponiendo que, si se golpea lo suficiente a los infractores por la vía legal, estos dejaran de ser piratas. El resultado no deja de ser infructuoso: la piratería, como la mítica Hydra, tienen muchos focos de propagación; incluso si se destruye uno, aparecerá otro para reemplazarlo.
Mientras tanto, los consumidores tienen que asumir un incremento en el precio de los productos legales como medida, por parte de las corporaciones, de recuperar las pérdidas; estas medidas tienen la consecuencia que conllevan a compradores a los brazos de los piratas como amantes despechados, ya que son la única forma de costear los productos que desean y, a su vez, perjudicando a los autores que reciben un menor retorno por su trabajo.
Cultura para todos
El mismo artículo 2 de la constitución sostiene que: el Estado propicia el acceso a la cultura y fomenta su desarrollo y difusión”; sin embargo, el alto precio de los productos originales restringe el acceso de la cultura a las clases menos acomodadas, generando una situación de desigualdad de oportunidades y educación.
Los frutos de la mente de todo autor son parte del patrimonio cultural de la sociedad. Es, por lo tanto, deber del Estado garantizar su acceso a todos los ciudadanos. Sin embargo, el Perú carece de los mecanismos determinados para promover la cultura en el país a falta de infraestructura, como bibliotecas.
Los rápidos cambios, impulsados por los avances tecnológicos, en el panorama actual de los derechos de autor implican también cambiar la manera de cómo entendemos la propiedad intelectual. No es solo el Estado peruano, sino todo el mundo quien tiene la difícil tarea de replantear los paradigmas para que la propiedad intelectual vuelva a ser lo que era antes, un mecanismo para propiciar la cultura.
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