Cristina Fernández de Kirchner, presidenta de Argentina, salió confiada y presurosa hacia la Galería de los Patriotas, un magno salón de la Casa Rosada. Allí la esperaba la prensa, invitados y el podio ataviado con la albiceleste. Era sábado 24 de agosto, llevaba bajo el brazo un informe y el brío que le daba anunciar la investigación a los dos principales diarios – y más críticos- de la Argentina y a Papel Prensa, principal distribuidora de papel diario en el país.
El diario más crítico a su gobierno, Clarín, cuenta con acciones mayoritarias en la papelera (49 %). Por su parte, La Nación tiene el 22.5 % de las acciones totales y el Estado el 27.5%. Ambos, son los principales diarios del país y cuyos nombres estaban anotados en el informe que presentó la esposa de Kirchner.
La investigación oficial hacia los diarios mencionados, se basa en una fuerte acusación en la que relacionan que la compra de las acciones se realizó al coaccionar a Lidia Papaelo, esposa de David Graiver (propietario de Papel Prensa y vinculado al grupo guerrillero Los Montoneros), mientras ella se encontraba secuestrada en 1977 con el supuesto fin de que el costo sea de remate.
Por su parte, el hermano y la hija de Graiver (Isidro y Maria Sol) negaron la versión que se presentó en el informe y la que dio Papaleo.
Cristina y el oficialismo, además, quieren reforzar las bases de la pesquisa con el argumento de que Papel Prensa se ha convertido en un monopolio dirigido por Clarin, principal accionista, y La Nación. De ese modo, se quieren congraciar con los otros diarios, relegados en cuanto a tiraje.
Si la acusación procede, los directivos acusados del Grupo Clarín no podrían seguir con sus funciones, ni en el diario ni en la papelera.
Pero todo no queda allí, el tema se tornó más delicado cuando el gobierno envió al Senado un Proyecto de ley impulsado por la presidenta, que propone declarar “de interés nacional” la fabricación y distribución del papel para diarios. Es decir, el Ejecutivo sería el encargado de garantizar la igualdad en precio, condiciones contractuales y cantidades de papel para todos los diarios del país.
“Quien controla Papel Prensa controla hoy por hoy la palabra impresa en Argentina” había dicho curiosamente la mandataria Cristina Fernández.
Las reacciones no se hicieron esperar, “al controlar el papel se controla la información, y esto es lo que el gobierno viene buscando a través de varias métodos: la propaganda oficial, la ley de medios, el control del acceso a la información, el manejo militante de los medios públicos y la multiplicación de medios paraoficiales", señaló una columna publicada en primeras planas.
La oposición le dio un “No” rotundo al proyecto y acusó a Cristina de “querer apropiarse de Papel Prensa valiéndose de una historia montada” y de “atentar contra la libertad de prensa”.
Como se sabe, no es la primera vez que la presidenta (o en general, el matrimonio Kirchner) se enfrenta a este grupo multimedios. Además de estas denuncias contenidas en el informe “ Papel, prensa y verdad”, se suman auditorias sorpresa, intentos de desprestigiar a Clarin con carteles, entre otros.
El enfrentamiento entre ambos no es de ahora, se ha dado desde que su esposo Néstor estaba en el poder. En general, los Kirchner no han sido muy cercanos a la prensa desde que son la ‘pareja presidencial’. Néstor K. no daba entrevistas, hecho que su esposa emuló a la perfección durante los primeros meses de su gobierno.
La otra medida, fuertemente discutida a nivel internacional, que tomó Cristina fue el relanzamiento del Observatorio de discriminación en los Medios. El diario El País señalaba que “El gobierno argentino busca controlar el kiosko con esta medida, quiere controlar el periodismo para adocenarlo”.
El monopolio del grupo multimedios Clarín es innegable, poseen web, diario, servicio de internet y es socio mayoritario de la papelera. Pero es incuestionable, también, que Clarin es el principal crítico del gobierno actual y que el enfrentamiento “los Kirchner” vs. Clarin ha sido de largo aliento.
Así, la relación de la pareja presidencial frente a la prensa argentina, en general, no ha sido la más afable. Como hemos visto, es todo lo contrario. Ha llegado a ser invasiva. Vivimos en democracia, hay licencia para la crítica y el debate sobre las acciones en la gestión pública. Cristina, eso es libertad de expresión.
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