martes, 21 de septiembre de 2010

Un panorama de las elecciones municipales a un mes de la votación

(Escrito en Lima el 6 de setiembre de 2010)

A 28 días de las elecciones…
¿Candidatos la ven o no la ven?

Cambios en el panorama político desatan viejas pasiones entre la izquierda y la derecha.
Campaña marcada por el caudillismo será resuelta, como de costumbre, por los indecisos.

Cuando el 3 de octubre de este año todas las cédulas de votación hayan sido llenadas, lo único que quedará será la esperanza, pues se habrá sellado el destino de los próximos cuatro años de nuestra ciudad. Desde luego, cuando llegue el flash informativo y sepamos finalmente quien ganó, las especulaciones de analistas y opinólogos no se harán esperar, cada quien sacando sus propias conclusiones. Sin embargo una pregunta tácita quedará sin responder en gran parte de los electores: ¿Y ahora qué?


Problemas y candidatos

Lima es una ciudad que pide a gritos la solución de problemas de transporte y seguridad que viene arrastrando desde hace ya dos décadas. El vertiginoso crecimiento de la ciudad y una serie de decisiones perversas en los años 90 la han convertido en el padecimiento diario que muchos sufrimos. Hay que recordar que gracias a la privatización del transporte público por parte del Chino, por ejemplo, uno pasa más tiempo oliéndole el sobaco a un extraño en una combi que con sus patas. Por otro lado, nuestros delincuentes son cada vez más profesionales. Y no nos referimos a los de saco y corbata que pululan en los edificios públicos, sino a los “marcas” que hacen que sacar una platita del banco se convierta en una actividad cada vez más peligrosa. Gracias a tanto choro en la calle, llegar a casa completo es jugar una lotería cada día más difícil de ganar.

Ante este panorama de problemas no resueltos y ciudadanos que reclaman soluciones, siete candidatos que rebasan el 1% de intención de voto presentan sus propuestas. Todos quieren ser héroes. Desde la derecha y la izquierda, el centro y los independientes, una campaña que se mostraba polarizada entre las opciones de la “decencia” frente a la “corrupción”, es ahora entre el continuismo de la derecha contra los “cucos” de la izquierda.

Con la tacha de Kouri... saldrá Altuve del enanismo?
Hasta hace algunas semanas, Lourdes Flores, lideresa del Partido Popular Cristiano se presentaba a sí misma como la mejor opción ante la “corrupción” representada, según ella, por Alex Kouri. Ella, representando a la “decencia”, se enfrentaba a este siniestro personaje recordado por sus visitas a la salita del Servicio de Inteligencia. Por su lado, Alex Kouri, ex alcalde del Callao, ese que un día dijo que el negocio estaba en cobrar peaje para ir al aeropuerto, mantenía asegurado el voto de un buen porcentaje de limeños de los que opinan “que robe, pero que haga obra”.

Hoy las aguas se han movido. Una tacha del Jurado Nacional de Elecciones (confirmada luego por el Jurado Electoral Especial – Lima Centro) contra Alex Kouri cambió, de la noche a la mañana, el tablero electoral. Ni siquiera la participación del alter ego Fernán “Mini-me” Altuve, que logró la hazaña de hacer caer al caudillo de un seguro 30% a un casi inexistente 3%, pudo frenar el radical descenso del partido de la “puta combi” que lideraba Alex Kouri. Desde ese momento la contienda dio un “cambio radical” hacia una lucha sin cuartel entre la derecha, representada por “Lulú” Flores contra la izquierda unida de “Susy” Villarán.


El cambio radical de la campaña

Lulú deberá convencer de que sigue siendo la mejor
Si bien Lulú sigue cómoda con un 30% de intención de voto, Susana Villarán, de Fuerza Social, ha alcanzado rápidamente a la lideresa del PPC y se ha posicionado en el segundo lugar. Su sorpresiva subida en las encuestas, a un cómodo 22% de intención de voto, refleja una tendencia del electorado peruano: apostar a ganador o dar la contra con el que le sigue.

Pero, ¿qué hace distinta a esta campaña? Desde los años 80, con la alcaldía de Alfonso “Frejolito” Barrantes, la izquierda no había llegado ni al 5%, tanto en elecciones presidenciales como municipales. El fenómeno Villarán es el primero en veinte años que logra sobrepasar el miedo natural de los peruanos al socialismo. Tal vez se deba a una mezcla entre la amnesia de las juventudes limeñas ante el conflicto contra Sendero Luminoso y la propuesta de una “tía chévere” como rostro de una izquierda moderna y funcional. Posiblemente se deba a que, a falta de una polarización decencia-corrupción que en el fondo proponía a dos políticos “tradicionales”, muchos buscan el cambio en una opción que les da confianza. El tema es que Susy pasó del enanismo político al gigantismo de un 22%... y en aumento.

Susy tendrá que capear a los lobos de la prensa si quiere ganar
A poco menos de cuatro semanas de las elecciones, las propuestas han pasado a las ofensas. Si hace mes y medio se trataba de poner freno a la corrupción, ahora la consigna es no dejar pasar a los rojos y sus “ideas trasnochadas”. Medios como Correo afinan sus baterías contra lo que llaman “hordas caviares” lideradas por “Susana Caviarán”, que liberarán terroristas y aumentarán el caos en la urbe… ¡Uy qué miedo!

Y es que el ser de izquierda le ha significado a esta señora miraflorina ser portadora de una cruz impuesta por los sectores más conservadores, esos que desearían cortar las cabezas de todos aquellos que piensan distinto. Sin embargo, pisando el palito, Villarán se ha disuelto en explicaciones sobre su alianza con Patria Roja, elementos del Sutep en su partido y demás trapitos sucios que han venido sacándole. No obstante ella también ha sabido responder, poniendo sobre la mesa las relaciones de Flores con César Cataño, llamándola la “candidata del narcotráfico”. Quienes alguna vez fueron amigas cercanas ahora solo se saludan cordialmente en los debates.


Al final de la cola… los enanos

Salvo Humberto Lay, con un 11% sólidamente conformado por el voto evangélico, los demás candidatos apenas superan el 5% y se mantienen al margen del fuego cruzado de las lideresas de esta elección. Sin embargo sus propuestas siguen siendo tan vagas como las de Flores y Villarán, entrampadas en el juego del deterioro de la imagen del otro. Los demás candidatos barajan propuestas tan vagas y utópicas como la del Pastor Lay que propone un sistema de valores en alianza con el Ministerio de Educación para acabar con la delincuencia; o las de Luis Iberico, que quiere “aliarse” con los transportistas para resolver el tránsito; o peor aún, las de Fernando Andrade que, apelando a su difunto hermano y sus obras propone la continuidad de lo que el gordo Andrade hizo en su paso por el Municipio. Entre propuestas tan mediocres, si no fuera por los pesos pesados de Lulú y Susy, la ciudad de Lima está fregada.

Mientras los problemas de inseguridad, un mal sistema de transporte público y el hartazgo de los políticos de siempre acechan sus ciudadanos, los candidatos a la alcaldía de Lima se encuentran entrampados en luchas caudillistas de poder, popularidad e ideología. Más que un despliegue de propuestas y soluciones prácticas a los problemas urbanos, la campaña de este año ha sido una seguidilla de acusaciones, zancadillas y metidas de pata. Si no fuera por la sorpresiva irrupción de la izquierda unida bajo la batuta de Villarán, esta elección habría sido más de lo mismo. Al menos nos mantendremos bien entretenidos hasta el 3 de octubre.

Así son las elecciones en la ciudad de Lima: partidos caudillistas, rivalidades aún no resueltas de antaño, lucha de epítetos antes que de ideas. No es sorpresivo entonces que exista un 11% de votantes que prefiere escribir (o dibujar) obscenidades, o votar por su abuelita, antes que marcar un aspa en la cédula; y un 25% de indecisos que, obligados por la multa, decidirá su voto en la cola, minutos antes de sellar el destino de los próximos cuatro años de su ciudad, con la esperanza de que el ganador, sea quien sea, haga al menos un poco de obra y haga de la ciudad un lugar al menos un poco menos insufrible. Ese es el mayor drama de la ciudad de Lima.

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