Domingo 11 de Julio del 2010. Johanesburgo, Sudáfrica. El mundo se detiene frente a un televisor para ver la final de la máxima fiesta futbolística. Seguramente te sentaste en el sofá más cómodo de la casa, compraste tus tres litros de gaseosa, preparaste tu canchita, prendiste tu televisor, subiste el volumen y disfrutaste. Viste los colores, las jugadas, las expresiones de los rostros, hasta los comerciales. Y todo eso quedó grabado en tu cabeza.
Ahora imagina hacer todo esto con los ojos cerrados. ¿No sería tan divertido no? Para unas 56 millones de personas en el mundo, las cosas no son más que oscuridad. Literalmente. Ellos no pueden ver todos los colores que tú viste ni los goles determinantes de cada partido. Solo el sonido y el tacto les permiten relacionarse con el mundo que los rodea.
A pesar de todo, para las personas con discapacidad visual no existen impedimentos. Es por eso que, cada cuatro años, la Federación Internacional de Deportes para Ciegos organiza un evento especial y esperado por muchos: su propio Mundial de Fútbol.
Entonces, rebobinemos la cinta.
Viernes 20 de agosto del 2010. Hereford, Inglaterra. Un asombroso campeonato. La pelota, con cápsulas sonoras en su interior, empieza a rodar en la cancha donde seis jugadores corren en una oscuridad propia, pero, aún así, esquivan rivales y hacen fintas para llegar al arco rival y anotar un gol. Son 50 minutos de pura euforia…jugar una final del mundo, no tiene precio.
Fueron 10 las escuadras seleccionadas pero solo dos disputaron la final. El primer equipo en alcanzar el pase fue Brasil, que ganó tres de los cuatro encuentros y empato uno. La ‘verdeamarelha’ tuvo que esperar los resultados de los demás partidos para conocer a su contrincante: la ‘furia roja’ española, que llegó invicto hasta la final.
Tras un partido muy disputado y emocionante, la selección brasilera se impuso 2 a 0 sobre los españoles. Los goles llegaron por parte de Ricardo Alvez y Jefferson Goncalves, lo cual permitió a los sudamericanos repetir el plato de 1994 y del 2000 cuando pudieron alcanzar el título mundial. Goncalves fue seleccionado como el mejor jugador del torneo, que terminó con una emotiva premiación donde la amistad y la perseverancia se respiraban en el aire. No faltó el sorpresivo baño de champagne a los campeones.
No cabe duda. Para estos hombres, la lucha va más allá del campo de juego. Pero ellos no se amilanan. Ellos son unos campeones que con amor, constancia y mucha actitud demuestran que para vivir plenamente, no existen límites no mucho menos discapacidades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario