lunes, 27 de septiembre de 2010

Juegos en silencio

El sonido de un disparo retumba por la sala; puede escucharse igual en la vida real y en un videojuego, pero la intencionalidad del disparador es otra, un juego de video es una simulación, un teatro, una ficción, y el jugador lo sabe.

La mayoría de jugadores de videojuegos tiene la suficiente conciencia, no anda disparando a sus compañeros en un colegio. Pero los medios siempre son minuciosos en mencionar si los jóvenes asesinos como en el caso de Columbine jugaban juegos de video.

Los videojuegos son los gitanos de los entretenimientos masivos, rodeados de prejuicios, concepciones erróneas y saberes de oído; detrás del repudio por parte de políticos y medios se encuentra la misma intención populista de ganar apoyo que llevó al presidente francés, Nicolás Sarkozy, a expulsar los gitanos de Francia.

Cabe resaltar el caso de Arnold Swarzeneger, conocido actor de cine de acción y actual gobernador de California, que quiere promulgar una ley para proteger a los menores de contenido inapropiado en videojuegos. Pensamiento loable, aunque irónico, tomando en cuenta el tipo de películas violentas que protagonizaba el actor.

La formulación de la ley que: “considera inapropiado cualquier contenido que una persona “razonable” encuentre torcido para los menores”, sienta un precedente en la libertad creativa de los diseñadores de videojuegos y no trata la raíz del problema, los padres tienen que tomar un rol activo en la crianza de sus vástagos.  

En los videojuegos, la exposición de menores a materiales inadecuados esta mucho más controlada que en la televisión, donde puedes ver sexo y violencia hasta en los programas más populares, ya que cuenta con un sistema de etiquetas que anuncia claramente la edad para quienes están diseñados los juegos.

Debido a las dificultades económicas que tendrían que pasar un menor para comprar un juego, es poco probable que un niño pueda conseguir el material sin que los padres se lo compren, y cae en responsabilidad de estos las adquisiciones que les hagan a sus retoños.

Ignorar a nuestros hijos y utilizar los medios masivos como niñeras electrónicas, dejándolos libres de ver, jugar y escuchar lo que quieran, no demuestra una actitud progresista y liberal por parte de los padres, sino una negligencia. Resulta irónico que luego, sorprendidos por las elecciones de entretenimiento de sus ignorados descendientes, estas mismas personas peguen un grito al cielo y declaren a toda la industria como un pervertidor de la juventud.

Al igual que adquirir una mascota, tomar la decisión de comprar una consola para jugar videojuegos proporciona una oportunidad para enseñar a los más pequeños de la casa, pero conlleva  a una responsabilidad tanto de los padres como de los niños. La simulación de situaciones de la vida real como se dan en los juegos de video puede desarrollar competencias, además de ser una buena ocasión para que toda la familia pueda discutir, comentar y aprender. No hay que desperdiciarla.

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