Las contradicciones de la nueva defensa del consumidor
Hace un año, el 28 de julio del 2009, el presidente García expresó su preocupación frente al papel del consumidor, y en su discurso a la nación planteó la necesidad de generar normas que protejan al mismo. Lo que el presidente planteó fue lo siguiente:
“…Necesitamos defender a los consumidores en las cosas concretas y diarias….Para ello presentaré al Congreso, en septiembre, un proyecto de código de consumo que espero sea aprobado…” Y un año después, con catorce votos a favor y una abstención, los consumidores peruanos ya contamos con un código que nos defiende. Hasta nuevo aviso.
Habemus código
Habemus código
El código promulgado por el Ejecutivo abarca ámbitos y normas variadas, pero en donde ejerció un mayor impacto fue quizá en lo que refiere a las nuevas regulaciones para la adquisición y administración de los pasajes aéreos por parte de los usuarios.
En nuestro país la dinámica es básicamente la siguiente. El consumidor busca el ticket en la aerolínea de su preferencia, la cual brinda al mismo una serie de tarifas. La más barata resulta ser la más buscada pero la menos flexible; no permite cambio alguno y de haberlos, el consumidor pierde el pasaje y el dinero que invirtió. Las tarifas que le siguen permiten una flexibilidad mayor, pero esta está condicionada a un pago previo por cada cambio que se quiera realizar. En ningún caso la aerolínea permite el traslado del boleto de un beneficiario a otro.
Estas fueron las reglas en nuestro país hasta que en agosto, el Ejecutivo promulgó el tan esperado Código del Consumidor. Este, derrumba la dinámica antes descrita y trae consigo un nuevo terreno de juego así como nuevas reglas.
Los principales beneficios que brinda esta nueva ley son básicamente dos: posibilidad de cambiar la fecha de salida y/o retorno de sus pasajes, hasta 24 horas antes de la fecha acordada, y la posibilidad de trasladar el pasaje a un tercero. No hay duda de que el nuevo código, da al consumidor una ventaja sobre las aerolíneas.
Verdaderamente, una medida revolucionaria para nuestro país, que de esa manera se pone a la vanguardia en la materia, imitando el ejemplo de países como Brasil, Italia y Francia que ya cuentan con regulaciones similares.
La reacción de la contraparte
Sin embargo, esa similitud es lo que muchos le critican a este código. Luego de la propuesta de García, su elaboración y aprobación se dio en un tiempo récord para nuestro país, lo que llevó a muchos a preguntarse si en realidad este código lograría un beneficio a la larga.
Lo que muchos proponen es que en un intento por imitar leyes de países con realidad y coyunturas diferentes a la nuestra, los políticos han logrado un verdadero sancochado de reglas e intereses. Además, para muchos resultó más que obvio que en vez de de equiparar la balanza y lograr una equidad entre los derechos de las empresas y los de los consumidores, este código vuelve a des-equiparar la situación, dándole un mayor beneficio al consumidor frente a las aerolíneas. Es decir, en vez de estar totalmente desamparado, el consumidor contaría ahora con una protección exagerada.
Debido a todo esto, la reacción de las aerolíneas ha sido prácticamente instantánea. La Asociación de Empresas de Transporte Aéreo Internacional (AETAI), puso el grito en el cielo. Esta, planteó que debido a esta medida, las aerolíneas optarían por anular sus tarifas promocionales asi como los especiales de temporada baja.
También fue planteada la posibilidad de que debido a esta ley un mercado negro se crearía. Esto debido a que con la nueva regulación, sería posible que una persona comprara un cierto número de pasajes a un determinado precio y los revendiera a un precio mayor. Todo, gracias a que la nueva ley contempla la posibilidad de cambiar el nombre del pasajero con una simple llamada telefónica.
Un nuevo giro
Sin embargo, hace pocos días se promulgó un decreto que devolvería la relación consumidor-aerolínea casi al mismo estado al que se encontraba antes de que se promulgara el nuevo Código de Consumo. Es decir, el consumidor sigue teniendo la posibilidad de cambiar las fechas de los pasajes o de endosar los mismos a terceros pero, este es un gran “pero”, previa aprobación de la aerolínea. Todo ha vuelto al punto inicial.
Resulta pertinente resaltar que antes de que se aprobara dicho código, el congresista Rafael Yamashiro planteó que la propuesta pasara a la Comisión de Economía para un mayor estudio de la misma. Sin embargo, con once votos a favor, quince en contra y una abstención su propuesta fue rechazada.
Tanto las aerolíneas como la defensa del consumidor tienen posturas válidas y argumentos pertinentes para exigir que se cumplan sus pedidos. Las cartas están echadas y ya solo nos queda confiar en que nuestro querido congreso logrará encontrar el punto exacto en el que ambos se vean beneficiados para así dictar el comienzo de una nueva y más llevadera relación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario