miércoles, 6 de octubre de 2010

De leche y de caducidades. Y de cómo conocí finalmente un Hospital de la Solidaridad

Cuando era una pequeña niña, él debió irse. Pero no lo hizo, quizá porque no quiso, quizá porque la presión del colectivo era más fuerte que toda su individualidad e ímpetus innatos. 


Si es cierto que a todos, de jóvenes, nos agita la pretensión de desbordar el nido originario, él tenía un destino ¿No quería emerger y fluir? Por eso su caso es particular y, para mí, el descubrimiento de su presencia, aún ahora, simplemente me pasma.


Oficialmente conocido como 'segundo molar', el leitmotiv de este texto debió partir como máximo a mis 12 años de edad. Una pieza permanente debió tomar su lugar, según el establishment (me refiero a los materiales informativos de los odontólogos pediátricos). 


Muy cerca del mar y del mercado, en el Hospital de la Solidaridad de Magdalena del Mar, Lima, Perú, el dentista abrió mucho los ojos, meneó la cabeza y lo nombró 'diente caduco'. El pobre es un desarraigado que solamente se sostiene por la presión, a un lado y a otro, de los demás. 


Yo, estoy muy lejos de los 12 años; él, es un 'diente de leche'. No podemos seguir juntos por la vida. Literalmente, no tiene una raíz que lo sostenga a la tierra que habita. Señal certera de inmadurez.
En medio de esta crisis global, ¿quién me garantiza siquiera una monedita por mi diente de leche?
¿Pido al hada o al ratoncito?, ¿quién da más?


Pero había ido a un Hospital de la Solidaridad por otro motivo: extraerme uno o más 'dientes del juicio'. Médicamente conocidos como los 'terceros molares' y famosos por indicar algún grado de sensatez, pueden causar quejas y malhumor. Lo aseguro.


Después de ayes y propoleos diluidos en alcohol decidí acabar con el dolor innecesario. Fui en la búsqueda de una microcirugía o procedimiento semejante para librarme del veredicto impuesto por la presencia de estos dientes del juicio demasiado severo.


Además, quise ahorrar. La recomendación personal de mis familiares y la consulta de los foros de usuarios en Internet me ayudaron a definir a dónde ir. Miré el croquis, lo puse en mi agenda y llegué.


Una restricción: comer solamente cosas blandas
Mañana me haré extraer el primero de los dos dientes del juicio que, por su mala posición, deben irse a otro país. Extraditados. 

Hasta el momento en que escribo me ha ido bien. Sí, fueron rápidos y sonrientes. Cuando pagué por una radiografía, leí en el recibo lo siguiente: 'esperamos haberlo atendido bien'. Vaya, pensé, por aquí tienen gente preocupada de la imagen institucional. 


Fue gracias a esa consulta que descubrí el diente de leche. Será en otro momento que caerá por su cuenta, o será que lo extraeré. Sea como fuere, solamente un tratamiento de ortodoncia podrá arreglar el desorden causado por su ausencia tardía. 


Ha sido una presencia muy larga, ¿acaso no provoca un poco de nostalgia?: es el diente que no se quiso ir y, sacando cuentas, ha durado conmigo más que mis últimos enamorados. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario