¿Es solo la minería la solución a nuestros problemas?
Nuestro país es un mendigo sentado en un banco de oro. Al menos así se suele decir. No obstante no hemos sabido aprovechar los recursos que tenemos para no solo sobrevivir, sino lograr un verdadero crecimiento. Esto es, no basta estar sentados sobre el oro, ni venderlo a otros con más recursos económicos. El privilegio que tenemos como país con recursos naturales es enorme. Pero debiera ser aprovechado para echar a andar una industria que nos permita crecer y desarrollarnos de verdad.
En un contexto internacional en que minerales como el oro alcanzan picos de más de 1000 dólares la onza, el Perú parece haber encontrado su nicho. El negocio de la minería es tal vez el más rentable en la actualidad. Las regiones reciben millones de soles anuales por conceptos de canon minero. En 2007 éste alcanzaba los 5mil millones y este año se espera, tras una caída en la economía, unos 4mil millones de soles por concepto de canon. El Perú es un país exportador de materias primas por excelencia. Pero eso no es suficiente.
Es verdad que en los últimos años el PBI ha venido creciendo a un ritmo de entre 7 y 8 por ciento anual. Al menos 4% los pone la minería. Por otro lado, nuestro PBI per cápita se ha mantenido casi igual en los últimos diez años. El Perú está a niveles de países como República Dominicana y Túnez. Es más, la minería es una actividad que genera muy pocos empleos. Salvo puestos de trabajo muy especializados, poca gente se beneficia directamente de la actividad minera. Hay una ilusión, entonces, de crecimiento que no es tal. Solo una gran cantidad de dinero que entra directamente al fisco.
Nuestra Sierra es rica en minerales como oro, cobre, hierro y plata. Mientras estos minerales duren y los precios internacionales se mantengan, todo irá bien. Pero la realidad muestra que los mercados internacionales son caprichosos y, sobre todo, que los minerales no son eternos. La bonanza en la que vivimos podría desaparecer si las condiciones se tornan adversas. El precio de los metales a nivel mundial es difícil de predecir y cualquier baja importante en el mercado puede significar un periodo de recesión, con sus respectivas consecuencias sociales.
Las lecciones de la historia nos recuerdan que a mediados del siglo XIX tuvimos una oportunidad de crecimiento sin precedentes gracias al guano. Parecía que la bonanza económica duraría eternamente. Pero el guano se acabó, también el dinero. Lo hayamos aprendido o no, los recursos naturales no renovables tienen un tiempo de duración. En el caso del guano, sucedió además que aparecieron otras opciones de fertilizantes a nivel internacional, cosa que no sucede con los recursos mineros. Sin embargo, la corta bonanza del guano debiera ser un ejemplo a tomar en cuenta en nuestro país.
El Perú es un país que no ha sabido dar el siguiente paso: producir bienes industriales y dejar de ser un mero exportador de materias primas. Y aunque no estemos en la misma situación de 1879, tengamos empresarios que apuestan por el Perú y una serie de industrias de productos tanto para el mercado interno como para el externo, nuestra principal actividad económica sigue siendo extractiva. Es decir, el Perú sigue vendiendo minerales amarrados a los precios internacionales, pero importando productos manufacturados a precios mayores.
La mejor manera de salir adelante es creando industrias, aprovechar nuestras materias primas y convertirlas en bienes secundarios con valor agregado para ofrecer en el extranjero. Nada puede asegurarnos que las millonarias cifras que recibimos de las mineras se vayan a mantener eternamente, y es tarea de nuestros empresarios convertirnos de un país minero a uno productor. Por ello, si no queremos morir de hambre en el futuro, hay que guardar pan para mayo, como dice el comercial.
Nuestro país es un mendigo sentado en un banco de oro. Al menos así se suele decir. No obstante no hemos sabido aprovechar los recursos que tenemos para no solo sobrevivir, sino lograr un verdadero crecimiento. Esto es, no basta estar sentados sobre el oro, ni venderlo a otros con más recursos económicos. El privilegio que tenemos como país con recursos naturales es enorme. Pero debiera ser aprovechado para echar a andar una industria que nos permita crecer y desarrollarnos de verdad.
En un contexto internacional en que minerales como el oro alcanzan picos de más de 1000 dólares la onza, el Perú parece haber encontrado su nicho. El negocio de la minería es tal vez el más rentable en la actualidad. Las regiones reciben millones de soles anuales por conceptos de canon minero. En 2007 éste alcanzaba los 5mil millones y este año se espera, tras una caída en la economía, unos 4mil millones de soles por concepto de canon. El Perú es un país exportador de materias primas por excelencia. Pero eso no es suficiente.
Es verdad que en los últimos años el PBI ha venido creciendo a un ritmo de entre 7 y 8 por ciento anual. Al menos 4% los pone la minería. Por otro lado, nuestro PBI per cápita se ha mantenido casi igual en los últimos diez años. El Perú está a niveles de países como República Dominicana y Túnez. Es más, la minería es una actividad que genera muy pocos empleos. Salvo puestos de trabajo muy especializados, poca gente se beneficia directamente de la actividad minera. Hay una ilusión, entonces, de crecimiento que no es tal. Solo una gran cantidad de dinero que entra directamente al fisco.
Nuestra Sierra es rica en minerales como oro, cobre, hierro y plata. Mientras estos minerales duren y los precios internacionales se mantengan, todo irá bien. Pero la realidad muestra que los mercados internacionales son caprichosos y, sobre todo, que los minerales no son eternos. La bonanza en la que vivimos podría desaparecer si las condiciones se tornan adversas. El precio de los metales a nivel mundial es difícil de predecir y cualquier baja importante en el mercado puede significar un periodo de recesión, con sus respectivas consecuencias sociales.
Las lecciones de la historia nos recuerdan que a mediados del siglo XIX tuvimos una oportunidad de crecimiento sin precedentes gracias al guano. Parecía que la bonanza económica duraría eternamente. Pero el guano se acabó, también el dinero. Lo hayamos aprendido o no, los recursos naturales no renovables tienen un tiempo de duración. En el caso del guano, sucedió además que aparecieron otras opciones de fertilizantes a nivel internacional, cosa que no sucede con los recursos mineros. Sin embargo, la corta bonanza del guano debiera ser un ejemplo a tomar en cuenta en nuestro país.
El Perú es un país que no ha sabido dar el siguiente paso: producir bienes industriales y dejar de ser un mero exportador de materias primas. Y aunque no estemos en la misma situación de 1879, tengamos empresarios que apuestan por el Perú y una serie de industrias de productos tanto para el mercado interno como para el externo, nuestra principal actividad económica sigue siendo extractiva. Es decir, el Perú sigue vendiendo minerales amarrados a los precios internacionales, pero importando productos manufacturados a precios mayores.
La mejor manera de salir adelante es creando industrias, aprovechar nuestras materias primas y convertirlas en bienes secundarios con valor agregado para ofrecer en el extranjero. Nada puede asegurarnos que las millonarias cifras que recibimos de las mineras se vayan a mantener eternamente, y es tarea de nuestros empresarios convertirnos de un país minero a uno productor. Por ello, si no queremos morir de hambre en el futuro, hay que guardar pan para mayo, como dice el comercial.
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