Ya son dos años desde que la burbuja financiera estallara en la cara de los inversionistas y la élite más adinerada de países como Estados Unidos, España y Francia. Ellos dijeron “nunca más”, desde que Lehman Brothers se declaró en bancarrota, porque fue imposible saldar su deuda. La situación fue como una samaqueada para todos. La época de reconstrucción tenía que empezar.
Actualmente, nos encontramos viviendo las consecuencias sociales de la crisis financiera, porque los efectos no solo se han quedado en el ámbito económico y político, sino que han obligado a que la percepción de varios con respecto al “inmigrante” cambie.
El porcentaje de paro en España sobrepasa el 20%, según el Ministerio de Trabajo e Inmigrantes (MTIN) de España, datos de enero de 2010. En otras palabras, son 4.326,5 millones de desempleados. Una cifra que se repite en los demás países de Europa, en el 2009 bordeó el 10%, la peor desde agosto de 1998, pero la más alarmante sin duda es la de España.
Años después y todavía seguimos viviendo los efectos de la crisis financiera en todo el mundo. Quizás los efectos no sean tan notorios, pero que las acciones que diferentes países europeos están realizando parece que el efecto va más al aspecto social que a otra cosa.
Los estragos de la crisis han afectado mayoritariamente a países como Estados Unidos, Francia y España. No es gratuito, entonces, que estos sean los países en donde sus medidas anti-migratorias sean ahora más rigurosas. Un ejemplo claro es la nueva ley Arizona que da la potestad a cualquiera de poder detener a todo aquel que parezca migrante ilegal. Curioso. La ley es sinónimo de una novedosa forma de discriminación. Y lo más curioso es que ese estado es lo que es ahora por la barata mano de obra de los migrantes, que trabajaban igual que los ciudadanos “legales” solo que por una menor remuneración salarial.
Es claro y directo como se ven afectados los flujos migratorios, ya que estos se reducen de sur a norte. Las remesas de El Salvador disminuyeron en 20% a causa de menos migrantes, ya que han perdido sus empleos.
Se está generando algo así, espero no caer en la exageración, como lo ocurrido en Alemania. Los judíos eran vistos como el otro, como aquel que no pertenecía, es así que los judíos eran vistos como los culpables de todas las desgracias. Siempre el más débil o en este caso, los que tienen menos derechos adquiridos, son los que pagan los platos rotos.
Y a partir de estas medidas y esta manera de ver a aquel que es diferente es que los estereotipos surgen con mayor fuerza. Es así que el colombiano que roba se estable en la mente de todas los que aún consideran que el culpable es el otro. Como aquellos banqueros que todavía esperan el apoyo del gobierno, de las personas, del ciudadano de a pie y no acepta que el culpable son ellos mismos, no el inmigrante que los acompañan.
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