domingo, 21 de noviembre de 2010

¿Que afecta más? ¿La injusticia o el cambio climático?

En el Perú los problemas medioambientales hacen que la cura resulte más cara que la enfermedad


Antes de su llegada a Lima para el Primer Encuentro Medioambiental en el Perú,  Al Gore , ex vicepresidente de los Estados Unidos y Premio Nobel de la Paz 2007, estuvo en México y resaltó la importancia de un “capitalismo sostenible” con un cálculo de costos y beneficios en el análisis de cualquier negocio.

El modelo económico se ha convertido en una especie de verdad tautológica y son pocos los que ponen en duda el efecto positivo que ha causado el sistema del libre mercado en el Perú. Sin embargo, el entusiasmo que produce ser “el milagro macroeconómico de la región”  genera muchas veces ceguera frente a los reales costos sociales y ambientales.

Que el país crezca, según el FMI, un 8.3% este año  se debe en gran parte a su posición de exportar recursos naturales. Hay que ser muy necio para no aceptar que la minería le ha generado un aporte significativo al país, pero también hay que serlo para no reconocer que ese capitalismo sostenible (entendido como la mantención del sistema pero teniendo en cuenta los costos sociales y ambientales) que Gore menciona, no se está aplicando.

La incapacidad del gobierno para contrarrestar  efectos negativos no solo es notoria en los eternos conflictos sociales, entre las mineras y la sociedad civil, que las autoridades pocas veces solucionan con eficacia. También es evidente  en el desacierto para manejar  los efectos del cambio climático, evidenciados en el deshielo de los glaciares (Huascarán, es quizá el ejemplo más trist) y en la ola de frío que cada año azota zonas de extrema pobreza como Puno y Huancavelica. Un problema que puede resolverse con planificación  pero que se palia con donaciones que apenas son soluciones temporales.

Perú, es una zona vulnerable a los azotes del medio ambiente. Para adaptarse  a esta situación  la Organización de Naciones Unidas (ONU) propuso a nuestro país la opción de acceder a fondos de financiamiento que le permitan ocuparse de, por ejemplo, el problema de la deforestación y el cambio de uso de suelos.

Todo estaría bien, si no fuera por el detalle de que estos efectos negativos del medioambiente no los produce precisamente el país que los sufre, sino  los países industrializados que, por lo general, son los responsables de la contaminación y del calentamiento global. Países que evitan responsabilidades y zafan cuerpo. El resultado: Perú se endeuda para limpiar lo que otros ensucian.

El gobierno o es consciente de esto y no lo puede manejar frente al poder que ejercen países de mayo dominio económico, o simplemente no le interesa establecer las condiciones para un sistema más justo.  Como consecuencia del trato, un 70% del dinero obtenido para acciones frente al cambio climático son préstamos binacionales y multinacionales, mientras que solo un 30% proviene de canjes de deudas o donaciones.

El problema es serio, ya que se estima  que el financiamiento para la adaptación al cambio climático demanda ente  450 y 650 millones de dólares anuales, durante las próximas décadas. No se pueden aceptar situaciones tan injustas, ni  hay  motivo para que se den proyectos que generen costos medioambientales que a futuro serán mayores al beneficio económico actual. .

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