Las elecciones que se vienen y los políticos recalentados de siempre.
Hasta hoy, el dedo medio de mi mano derecha mantiene los restos de una campaña electoral que invadió cada rincón de Lima. Carteles, spots en televisión y radio, noticias, diarios, volantes y mil cosas más nos vendían a los candidatos a diestra y siniestra. Y cuando muchos pensábamos que tendríamos un descanso de esto, resulta que en enero nuevos aspirantes al sillón presidencial nos van a bombardear con sus sonrisas fingidas y sus fotografías retocadas en Photoshop.
Los aires electorales ya empiezan a sentirse como una suave brisa desde ahora. Hace unos días, Luis Castañeda hizo pública su renuncia al cargo de alcalde para postular a la presidencia y dedicarse. Así como él, presidentes regionales, ministros, y regidores han decidido dar un paso adelante (no estoy segura si positivo o negativo) y probar suerte en el amplio mundo de la política peruana.
Son siempre los mismos nombres los que aparecen en las listas cuando se vienen las elecciones. Si no es para un cargo, es para otro y si no es por un partido, es con el del opositor. ¿Es que acaso los ciudadanos no estamos lo suficientemente decepcionados de la política para darle chance a los mismos rostros recalentados de siempre? Bajo el lema “más vale ratero conocido que nuevo por conocer”, somos nosotros mismos quienes empezamos a crear estos “monstruos figuretis” dándoles cabida hasta el cansancio.
Esta situación es preocupante y crítica a la ve, aunque a veces la risa sea el mejor remedio para esconder las cosas debajo de la alfombra. A pesar de que somos los mismos ciudadanos quienes tenemos la opción de elegir a los candidatos, es como si no aprendiéramos la lección y seguimos metiendo la pata escogiendo a personas de las que conocemos todos sus trapitos sucios. Al final de cuentas, la gente misma la embarra y luego se queja de la situación política del país.
Es triste ver que, a pesar de que existen candidatos desconocidos muy capaces que quieren entrar al mundo de la política para propiciar un cambio para mejor en el país, son los mismos electores quienes nos quejamos de que todo sigue igual, les cerramos la puerta en la cara y les ponemos pestillo. Pero, como es de esperarse, hay excepciones: Alberto Fujimori, Alejandro Toledo y hasta Ollanta Humala son prueba de ello. Si bien al inicio eran vistos como los pequeños candidatos nuevos y no populares, por alguna contradictoria razón, llegaron al poder luchando contra las campañas de miedo contra ellos o de la idea de ser percibidos como ‘el mal menor’. ¿Acaso es que los electores le tenemos terror al cambio y huimos de lo que parece diferente? ¿Nos cuesta confiar, dar la mano sin sentir que se nos suben hasta el codo?
Entonces, ¿cuál es el sentido de ir a ver la misma obra de teatro una y otra vez si es que lo único que hacen los personajes es cambiar de roles? Todo depende del nivel de la presentación y de los mismos actores pero, como todos sabemos, en el Perú nos falta mucho para que nuestras ideas sobre políticas estén a nivel del resto del mundo. Y, aunque hasta ahora no hemos tenido buenas experiencias con las caras nuevas, es tiempo de abrir la mente y ser conscientes de lo que se nos viene encima, que es hora de cambiar, que no todo lo nuevo es sinónimo de miedo sino de transformación.
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