Rock, funky, tango, cumbia, lirismo puro y la irreverencia de sus mejores años acompañaron la presentación, el jueves 11 de noviembre, del argentino más querido del rock en español. Andrés Calamaro vino con el nuevo disco On the Rock para todos los que esperábamos, una vez más, el regreso.
La espera se hacía cada vez más corta, el aliento incesante de su voz carrasposa y de lírica prodigiosa estaba rozando Lima. 11 de noviembre fue la fecha que eligió para dejarnos su huella inigualable de salmón. Al fin llegaba Andrés Calamaro, tras dos años de ausencia en tierras peruchas, en suelo limeño.
Todo digno fan del poeta maldito esperó demasiado para el día del concierto, sobre todo porque no perdió la fe de que haría una parada por Lima antes de la fiesta arequipeña el 13 de noviembre. No sorprendía que para estar en una zona decente se sumara monedita tras monedita para juntar los 133 soles que costearon la entrada, todo valdría la pena con creces. Andrelo vino cargando bajo el brazo su nuevo disco On the Rock (2010), en él mezcló ritmos nuevos pero igual de idílicos que los anteriores.
Llega el gran día y todo conjuga, el ánimo de los fanáticos hace vibrar, emociona, los polos a 20 lucas, los revendedores, las señoras “chicle, cigarrillo, caramelo” vendiendo puchos y cervezas camufladas le ponían el toque de color. Muchos fueron dispuestos a iniciar la fiesta desde antes. Una chela para empezar la espera, los fans ya entraban en calor.
Alrededor de las 7 de la noche, se dignaron a abrir la puerta del Jockey Club, mientras los hinchas del Salmón, (nombre que se le dio por el mitico disco del año 2000) estaban en medio de la algarabía. Un brother corría entonando las más encendidas barras hacia el ídolo Calamaro, sin dejar de pasear al viento una banderola de la Trinchera Norte.
Otro grupo, con ron y gaseosa en mano invitaban a la gente fanática a cantar con ellos los célebres temas: Paloma, Ok perdón, Crímenes Perfectos y Los chicos, como presagio de las canciones que serían parte del setlist de Andrelo cuando, al fin, pisara el escenario.
La espera desespera
Al ingresar, solo una carrera sin orientación para encontrar un buen lugar era la opción. Campo II no está al final donde apenas se verían las pantallas, pero tendríamos que estar apachurrados contra la reja para captar la mejor vista del cantante del rock en español más versátil y genio que se haya visto.
Mientras la zona VIP se llenaba de a pocos, desde Campo II, un grupo de chicas entonaban a viva voz la comercial Flaca. Sí, como esperando que se la dedicara a cada una, así tuviesen diez kilos de más, siempre serían la flaca, su flaca.
Se suponía que Pelo Madueño era el telonero de la noche, alrededor de las 8 pm tendría que hacer su aparición, para dejarnos a solas con Andrelo a partir de las 9 y podamos disfrutarlo hasta la última gota de sudor. Pero Pelo nunca llegó o, al menos, nunca subió al escenario. No parecía importar, todos esperaban ver a Andrés.
Con tan sólo 10 minutos de retraso, Andrelo hizo la entrada triunfal en medio de la oscuridad y de la humareda que lo envolvía. Todos reconocimos de inmediato su figura, si bien la cabellera no era tan frondosa como antaño, sus ademanes, sus rulos y los lentes negros cargaron su aura misteriosa como siempre, como nunca dejó de ser.
El versátil Salmón
Sus primeros acordes tocaron Let it be de The Beatles. Paul Mc Cartney estaba en Buenos Aires, y Andrelo quería rendirle un homenaje, con nosotros, desde Lima. A su manera fue un Let it be extravagante y hermoso. Desde ya auguraba el conciertazo que se venía. Era el regreso y era el recuerdo. Todo lo magistral que se esperaba.
Diez mil almas se movían y deliraban ante cada canción, pero cuando tocó “El salmón”, la gente no paraba de saltar, gritar, enloquecer. Si recordar es volver a vivir, esa noche revivimos mil veces más. Porque Calamaro siempre va en sentido contrario, por la ruta difícil, la que usa el salmón. Por eso habló de su país, por eso habló del Diego (Maradona), por eso le quitó el Nobel a Mario Vargas Llosa para dárselo a Sabina.
No podían faltar los clásicos románticos Paloma, Te quiero igual, Me estás atrapando otra vez, temas que arrancaron más de un grito desaforado y una lágrima escurrida en alguna mejilla.
Andrelo volvió a los tiempos de los Abuelos de la Nada, cuando tocaba junto a Miguel Abuelo esa mezcla de funky poesía y regresó al tiempo de Los Rodríguez en España. Todo en una sola noche. Entonces fue cuando Mil horas, Sin Documentos y Costumbres Argentinas sellaron los ochentas.
El greñudo bonaerense no evitó sacar un puchito o ¿sería un porrito? Como en la canción Loco, tan esperada y que junto a La parte de adelante le faltó tocar para que la noche fuera más redonda aún.
Sus rulos se conviertieron en dreads para interpretar No woman don’t cry de Bob Marley, fiel a su estilo rockero, le puso su estampa. Esa noche también se vistió de Santana con Oye cómo va, y fue Mercedes Sosa, con la canción Gracias a la vida, para no olvidar el legado de quien “dejó huérfana a América Latina”.
Todos se dejaron llevar por la apuesta innovadora del Salmón en Las tres Marías. Esa misma versatilidad que puso a prueba cuando Tuyo Siempre también fue cumbia. Te seguiría a todas partes y quiero darte cada uno de mis instantes. Era el pensamiento alborotado que compartíamos con cada tema que Andrés cantaba, solemne.
“No se va, no se va Andrés no se va”
Nos regaló cerca de 30 canciones, volvió dos veces al escenario cuando la gente con la ovación espontánea de “No se va, no se va Andrés no se va” y “ Olé olé olé olé Andrés, Andrés” le pedía no abandonarnos. No podía negarse, no supo negarse y a contracorriente como siempre, aparecía en el escenario a cantar con deleite para su público “el más leal”.
Andrelo es futbolero, por eso no pudo dejarnos sin tocar Crímenes perfectos ni Los chicos. Por eso nos recordó la magia que el “Nene” Cubillas tenía en los pies y el buen toque de Percy Rojas cuando estaba en Independiente. Aquellas épocas felices de los 70’s. Y la memoria del salmón no pudo soslayar durante esta canción a los 22 que se fueron antes que él. La imagen de los notables Miguel Abuelo, Gardel, Meche Sosa, Bob Marley, John Lennon y otros grandes aparecieron al ritmo de “Los chicos”.
“Flor de Samurai” del nuevo disco nos esperanzó, “Mi enfermedad” alborotó a la ya desbocada fanaticada, las rejas no eran barreras, porque se unieron en un latido y en un grito que no quería dejar ir al salmón.
Andrés Calamaro agradece al público peruano |
Con los pechos cansados, las voces más afónicas que nunca y la alegría de dos horas y media de concierto espectacular, entendimos que ya era hora del adiós y se acababa el ensueño, no era definitivo “Porque no existe un adiós total, nos volveremos a ver en algún lugar del tiempo”. La promesa del eterno regreso.
Recién se fue y el salmón ya se hace extrañar, volverá con la actitud irreverente, su cabellera cuarentona y la voz sensual para no despedirse más. Calamaro lo dio todo en el escenario, por eso se llevó todo...con su andar de no ser de acá.
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